Imagina que organizas un festival, un ciclo de cine, la programación de un museo o las actividades de una galería de arte. Tienes la web con la información, la venta de entradas online, el programa en PDF, quizá una plataforma de streaming para charlas y clases. Todo parece estar en su sitio… hasta que alguien te escribe: “no he podido comprar la entrada con mi lector de pantalla” o “no encuentro el programa en texto, solo en un PDF que no se puede leer”.
La European Accessibility Act (EAA) llega justo aquí, para mejorar la accesibilidad de los productos digitales. No es una norma abstracta, es una realidad que atraviesa la cultura y la educación porque regula servicios digitales que ya estás usando: ticketing, contenidos descargables, plataformas online, vídeo y streaming.
Si tu oferta cultural o educativa solo es accesible para parte del público, estás dejando a personas fuera de la cultura y del conocimiento.
Qué es el EAA y cómo afecta a la cultura
La directiva europea European Accessibility Act entró en vigor en Junio de 2025, y establece que determinados productos y servicios digitales deben ser accesibles para personas con discapacidad en toda la Unión Europea. Eso incluye comercio electrónico, plataformas de medios audiovisuales, servicios de información y, en la práctica, muchas piezas habituales del ecosistema cultural.
Si la aterrizamos en el contexto de la gestión cultural, la EAA entra en juego cuando:
- Vendes entradas por internet para un espectáculo, congreso o taller.
- Ofreces documentación en PDF como parte del servicio (programas, guías, dossieres, convocatorias).
- Utilizas streaming para retransmitir eventos, clases, conciertos o conferencias.
No hace falta que seas “plataforma tecnológica” para que te afecte. Basta con que ofrezcas servicios al público donde el contacto principal sea digital. Y en cultura y educación, eso ya es la norma, no la excepción.
Eventos y ticketing: el momento “quiero ir” no puede ser una barrera
Formularios y procesos de compra que se entienden
El punto más delicado suele ser el mismo: el proceso de compra. En Micelia, cuando auditamos webs de festivales, teatros, centros culturales o escuelas, casi siempre vemos el mismo patrón: la información del evento está más o menos clara, pero la compra de entradas es un laberinto.
Un formulario accesible no es solo “que el texto se lea”, también es necesario que se cumplimente:
- Que sea posible avanzar por todos los campos usando solo el teclado.
- Que cada campo tenga una etiqueta clara (“Correo electrónico”) que pueda leer un lector de pantalla.
- Que los mensajes de error estén al lado del campo y expliquen qué ha pasado (“Falta el correo electrónico”)
- Que el orden de tabulación o avance por la página mediante el teclado, siga una lógica, sin saltos extraños.
Piensa en una persona que navega sin ver la pantalla, o que tiene dificultades cognitivas y se pierde si un paso no está bien señalizado. Si el flujo de compra tiene cuatro pasos, esos cuatro pasos deben anunciarse y entenderse: en qué punto estoy, qué tengo que rellenar, qué pasa si me equivoco.
En Micelia usamos una prueba muy directa: intentar comprar una entrada sin tocar el ratón y con un lector de pantalla activado. Cuando, a mitad de camino, no podemos seguir o no sabemos qué ha fallado, sabemos que no es la persona la que tiene un problema; es el diseño.
Cómo se ve una compra de entradas accesible en la práctica
En la práctica, una experiencia de ticketing mínimamente cuidada suele incluir:
- Una página del evento con información clara, jerarquizada y con buen contraste.
- Un botón de “Comprar entrada” que se identifique bien y que no dependa solo del color.
- Un flujo en pasos (“Datos personales”, “Método de pago”, “Confirmación”) que se anuncia en texto y no solo con un gráfico.
- Campos de formulario con etiquetas visibles, instrucciones si hace falta (por ejemplo, para el formato del teléfono) y mensajes de error concretos.
- Métodos de pago que no estén bloqueados por captchas o sistemas antispam inaccesibles.
A partir de ahí se puede ir más lejos: indicar en el propio proceso si hay asientos reservados, si hay bucle magnético para personas con discapacidad auditiva, intérprete de lengua de signos, o subtitulado en directo, protocolos específicos de accesibilidad. La EAA empuja en esa dirección, pero también tu propio compromiso con la inclusión.
PDFs en cultura: cuando el programa de mano se convierte en un muro
Toneladas de PDFs, poca accesibilidad
Si trabajas en cultura o educación, es muy probable que el PDF sea uno de tus formatos favoritos: programas de mano, hojas de sala, guías de exposición, dossieres pedagógicos, presentaciones, convocatorias, memorias, incluso entradas o confirmaciones.
El problema aparece cuando todos esos documentos, que a la vista parecen muy profesionales y atractivos, están pensados solo para una parte de la población y no como información accesible. Un PDF escaneado como imagen, textos que no se pueden seleccionar, encabezados que son solo letras grandes y no estructura real, imágenes sin descripción… Para un lector de pantalla o para alguien que necesita ampliar el contenido, eso es prácticamente un muro.
Desde la perspectiva de la accesibilidad digital, estos PDFs forman parte del servicio que ofreces, no son un extra decorativo. Si alguien no puede acceder a las bases de una convocatoria, a la guía didáctica o al programa de tu festival porque el PDF no está bien construido, tu servicio no es accesible.
Ligereza y estructura: cómo trabajamos los PDFs en Micelia
En Micelia solemos trabajar en dos planos a la vez: accesibilidad y sostenibilidad.
Por un lado, está la estructura. Eso implica que el documento debe redactarse usando estilos de título (H1, H2, H3) en la herramienta de origen, que las listas y tablas se construyan de forma semántica, que el orden de lectura se revise antes de publicar, que las imágenes relevantes tengan descripciones, que el contenido se pueda navegar por secciones. No es solo un tema técnico: facilita enormemente la vida a cualquier persona que no pueda “ojear” el documento como si fuera un papel.
Por otro lado, está la ligereza. Muchas web suben PDFs de decenas de megas para algo tan simple como una hoja de sala. Esto penaliza a quienes tienen conexiones lentas o usan datos móviles, y también aumenta la huella de carbono considerablemente. Comprimir las imágenes antes de maquetar, evitar resoluciones absurdamente altas para impresión cuando el uso principal es digital y aprovechar opciones de “guardar optimizado” marcan una gran diferencia.
En proyectos culturales solemos añadir además una recomendación práctica: si una información es crítica para acudir a un evento (horarios, accesos, accesibilidad física, normas básicas), no la dejes solo dentro de un PDF. Repite lo esencial en la propia web en HTML accesible y usa el PDF como complemento, no como única puerta.
Streaming y vídeo: estar sin estar también debe ser accesible
Subtítulos, audiodescripción y controles usables
La pandemia aceleró algo que ya se venía produciendo: charlas, conciertos, festivales y clases en streaming. En muchos casos se han mantenido como parte estable de la programación cultural, y aquí también es importante la accesibilidad.
Un vídeo o un directo accesible tiene varias capas. La primera, casi obvia, es el subtitulado: no basta con activar el automático y olvidarse, sobre todo si el contenido es central en tu programación. Revisar subtítulos, cuidar los tiempos, incluir no solo lo que se dice sino sonidos relevantes (música, risas, efectos), mejora la experiencia de muchas personas, no solamente de quienes tienen discapacidad auditiva.
Cuando la imagen aporta información clave (danza, performance, cine, arte visual), entra en juego también la audiodescripción. A veces será una pista alternativa, otras una versión adaptada del contenido; en cualquier caso, es la forma de que alguien que no ve la pantalla pueda seguir lo que ocurre.
El tercer bloque tiene que ver con la interfaz: reproductores que se puedan manejar con teclado, botones y controles con contraste suficiente y etiquetas claras, posibilidad de pausar animaciones y evitar autoplay con sonido. Todo eso suma a la accesibilidad y, de paso, a la comodidad general de cualquier persona que asiste online.
Streaming accesible y sostenibilidad digital
Desde Micelia trabajamos siempre con la doble mirada accesibilidad–sostenibilidad. Un streaming que da opciones de calidad de vídeo no solo ayuda a conexiones lentas, también reduce el consumo de datos y energía cuando no hace falta una resolución altísima. Incluir versiones solo audio cuando la imagen sea secundaria puede ser útil para quienes prefieren escuchar el contenido mientras se desplazan, y también rebaja la carga de datos.
De nuevo, el patrón se repite: lo que se hace mejorar la experiencia de las personas con diversidad funcional, suele mejorar la experiencia de todo el mundo y reduce el impacto ambiental.
Por dónde empezar si sientes que llegas tarde
Mirar tu ecosistema con otros ojos
Es fácil sentirse abrumada: webs antiguas, muchos PDFs acumulados, flujos de compra de entradas que dependen de proveedores externos, vídeos en varias plataformas… La buena noticia es que no se trata de hacerlo todo a la vez, sino de priorizar.
Un primer paso útil es hacer un pequeño mapa. Pregúntate: ¿dónde se juega realmente el acceso de mi público? Normalmente será en tres puntos: la página donde se informa del evento o curso, la pantalla donde compran o se inscriben, y los materiales que necesitan para seguir la actividad (programa, guía, streaming, campus virtual).
A partir de ahí, puedes empezar por lo más crítico. Por ejemplo, revisar que alguien pueda completar una compra con teclado y lector de pantalla, o que el próximo PDF que subas ya se cree con estructura accesible. Es más eficaz cambiar a partir de hoy que intentar corregir de golpe todo el archivo histórico.
En Micelia solemos acompañar a los equipos en un proceso gradual: primero realizamos una pequeña auditoría de accesibilidad para saber dónde estáis, luego elaburamos un plan con hitos realistas (por ejemplo, “todos los nuevos PDFs deberán cumplir estos requisitos mínimos”, “el flujo de ticketing se revisa con criterios de accesibilidad”, “los directos clave se emiten con subtítulos revisados”). No hace falta hacerlo perfecto desde el minuto uno; hace falta empezar y no volver atrás.
Accesibilidad como parte de la experiencia cultural, no como obligación incómoda
Al final, la directiva europea de accesibilidad, establece un marco legal y unos mínimos. Pero la pregunta de fondo, desde el diseño, es otra: ¿qué tipo de experiencia cultural o educativa quieres ofrecer?
Si tu misión habla de democratizar la cultura, de acercar el conocimiento, de trabajar con la comunidad, la accesibilidad digital no es un trámite, sino una consecuencia lógica. Una web en la que que cualquier persona pueda navegar, unos PDFs que se puedan leer con tecnología para discapacidad visual, una compra de entradas que no deje a nadie atascado en el pago, un streaming que no excluya a quien no puede estar físicamente presente.
Si quieres saber como aplicar todos estos conceptos y técnicas de accesibilidad a tu página web, o a tu programación digital, no dudes en contactar con nosotros.
Trabajar en accesibilidad y sostenibilidad digital no es solo cumplir la ley, es cuidar la relación entre tus proyectos y las personas que los hacen posibles.
